"Salieron chispas de la cabeza de algunos condenados y en otros casos acabaron envueltos en llamas"
Robert Dunham, abogado y director ejecutivo del Death Penalty Information Center, el centro de referencia sobre la pena de muerte en EEUU, en una entrevista exclusiva a Sputnik, comentó la situación en Utah, un Estado que ha decidido usar el pelotón de fusilamiento ante la imposibilidad de conseguir en el mercado las drogas de la inyección letal.
"Utah es el Ćŗnico Estado en la historia moderna de EEUU que ha usado el pelotón de fusilamiento. Fue usado en Utah hasta 2005, cuando decidieron cambiarlo por la inyección letal, aunque dando a los condenados la posibilidad de elegir quĆ© mĆ©todo de los dos preferĆan. Cuando ves que Utah ha vuelto al pelotón de fusilamiento no significa que otros Estados vayan a seguir su camino".
Para Dunham "la inyección letal como mĆ©todo de ejecución estĆ” fallando por varias razones. En primer lugar los suplementes de los productos quĆmicos necesarios estĆ”n terminĆ”ndose; las compaƱĆas farmacĆ©uticas estadounidenses ya no quieren que sus productos, que se usan para cuidar y curar a la gente, sean usados para quitar vidas, pero es que ademĆ”s es difĆcil conseguir esas drogas fuera de EEUU, por ejemplo en Europa, donde la UE considera que la pena de muerte viola los derechos humanos, y por tanto prohĆbe a las empresas europeas exportar productos farmacĆ©uticos para ejecuciones".
EstÔ el terrible caso de Clayton D. Lockett, ejecutado en Oklahoma el 29 de abril de 2014. Ante la imposibilidad de encontrar los fÔrmacos habituales, el estado de Oklahoma recurrió a fuentes desconocidas, negÔndose a citarlas y sin aportar información respecto a la eficacia de los productos elegidos. Tras mÔs de una hora intentando en vano insertarle un catéter, los técnicos inyectaron uno en la ingle del Lockett. A los diez minutos de recibir el primer sedante, "y tres minutos después de que los dos últimos fÔrmacos fueran inyectados", Lockett, según reflejan los archivos de la DPIC, "empezó a respirar pesadamente, retorciéndose en la camilla, apretando los dientes y esforzÔndose por levantar la cabeza de la almohada".
Como seƱala Dunham "los Estados han acudido al mercado secundario, buscando drogas que permitan elaborar la inyección letal, pero las empresas que las venden no estĆ”n muy reguladas y tampoco hay garantĆa respecto a las cualidades y la pureza de las drogas que venden, estĆ”n poco controladas. Resumiendo se puede decir que la inyección letal ha fracasado, y los Estados buscan alternativas".
El gran problema es que, mĆ”s allĆ” del parecer respecto a la pena de muerte, no existe la ejecución "perfecta" en tĆ©rminos humanitarios. "La gente de buena voluntad, tanto la que estĆ” en contra de la pena de muerte como la que la apoya, estarĆa de acuerdo en que si vas a realizar ejecuciones al menos tendrĆa que hacerse de la forma mĆ”s eficaz e indolora posible, y en realidad todos y cada uno de los mĆ©todos usados para ejecutar tiene serios problemas".
Impresiona el listado de ejecuciones truculentas, los casos en los que algo salió "mal" y algunos de los testigos se desmayaron. Las veces en las que hubo que correr las cortinas para evitar un espectÔculo atroz porque el reo tardaba demasiado en morir. O porque no dejaba de gemir, retorcerse, llorar o dar alaridos.
Jimmy Lee Gray murió, segĆŗn testificó su abogado, David Bruck, presente en la ejecución, "golpeĆ”ndose la cabeza contra un poste de acero en la cĆ”mara de gas, mientras los periodistas contaban sus gemidos". En 1985, en Indiana, William E. Vandiver todavĆa respiraba despuĆ©s de haber recibido una descarga de 2.300 voltios. Fueron necesarias otras cuatro descargas, y mĆ”s de 17 minutos, para acabar con su vida. Los testigos hablaron de "humo saliendo de su cabeza y olor a carne quemada".
En el caso de Allen Lee Davis, electrocutado en 1998 en Florida, los archivos del DPIC recuerdan que "antes de que fuera declarado muerto la sangre que salĆa de su boca ya se habĆa extendido sobre el cuello de su camisa blanca, y la sangre en su pecho tenĆa aproximadamente el tamaƱo de un plato de comida".
Leander Shaw, juez del Tribunal Supremo de Florida que revisó el caso, comentó que las fotografĆas del difunto Davis "muestran a un hombre brutalmente torturado hasta la muerte por los ciudadanos de Florida". La ejecución, segĆŗn los testimonios recopilados por el DPIC "fue presenciada por un senador del estado de Florida, Ginny Brown-Waite, que al principio se declaró 'sorprendido' al ver la sangre, hasta que se dio cuenta de que la mancha de sangre formando la forma de una cruz y consideró que era un mensaje de Dios, apoyando la ejecución".
Preguntado al respecto Dunham explica que "durante años los métodos primordiales fueron la silla eléctrica y la cÔmara de gas. Pero la respuesta en Europa al gas es inmediata, trae aparejado el espectro de la II Guerra Mundial, asà que da igual el gas que uses, las implicaciones psicológicas son muy serias".
ĀæY la silla elĆ©ctrica? "TambiĆ©n hay fallos. En algunos casos, en Florida, salieron chispas de la cabeza del condenado y en otros sus cuerpos acabaron envueltos en llamas. Esa clase de fallos, tan bestiales, hizo que la silla elĆ©ctrica fuera considerada innecesariamente cruel, y por eso buscaron un mĆ©todo mĆ”s limpio". Uno, en definitiva, que parecĆa menos sĆ”dico, "la inyección letal", con su apariencia de seguir los protocolos mĆ©dicos, sin disparos ni sangre ni descargas elĆ©ctricas.
"Pero la inyección letal", comenta el experto, "no fue inventada por mĆ©dicos, sino por una persona en Oklahoma a la que se le ocurrió la idea de mezclar tres drogas, primero un anestĆ©sico que en teorĆa bloquea el dolor, despuĆ©s un elemento paralizante, sin propósito mĆ©dico alguno, a fin de suprimir la respuesta fĆsica, externa, de la persona a la que se estĆ” matando, de modo que los testigos vean algo que parezca indoloro".
Y no lo es. "No, y si no hay una reacción visible es sólo porque la persona ha sido paralizada, y si la anestesia no ha funcionado la persona experimentarÔ literalmente la sensación de estar siendo quemada desde dentro, porque eso es lo que le estÔ ocurriendo, pero al estar paralizado no puede mostrarlo, aunque muchos indicadores demuestran que sà sufren un dolor espantoso, y en nuestra web pueden consultarse toda una lista de ejecuciones".
Ejecuciones como la de Bert Leroy Hunter, en Misuri, en el aƱo 2000, que segĆŗn un testigo murió mientras "su cabeza y pecho se sacudĆan rĆ”pidamente hacia arriba. Se convulsionó hacia los lados en varias ocasiones⦠Fue una muerte violenta y agonizante".
Respecto a la posibilidad de que la pena de muerte desaparezca de los EEUU en un futuro cercano, Dunham explica que "cada vez mĆ”s gente la considera una cosa arcaica, especialmente la gente joven, y la gente de color, los latinos, etc. Sus grandes partidarios son varones, blancos y viejos. Y dado que el paĆs estĆ” cambiando, es cada vez menos blanco, mĆ”s integrado, mĆ”s cosmopolita, y AmĆ©rica se hace mĆ”s plural, y cultural y religiosamente integrada, lo mĆ”s probable es que el apoyo a la pena de muerte siga bajando. Cada vez se ejecuta menos, y se sentencia menos a la pena capital. Los Estados, uno a uno, la estĆ”n rechazando. Hay moratorias en California y otros Estados, y otros estĆ”n planteĆ”ndose abolirla, etc. Una excepción es Texas, pero incluso allĆ se estĆ” condenado a morir menos que en el pasado. MĆ”s y mĆ”s se ve la pena de muerte como un castigo arcaico, que no sobrevivirĆ”".
http://mundo.sputniknews.com/entrevistas/20150330/1035831281.html
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